Cómo cuidarte emocionalmente si estás pasando por tratamiento de fertilidad

Las personas o parejas cuando desean tener hijos y se encuentran con problemas de fertilidad o en situaciones personales que dificultan la procreación, viven una experiencia de pérdida muy importante, un golpe brutal que puede llegar a alterar el equilibrio de su estado emocional. Núria Camps i Bellonch, psicóloga especialista en clínica y directora del Servicio de psicología clínica de la fundación Puigvert, nos cuenta en este artículo la importancia de cuidarse mentalmente si estás pasando por un tratamiento de dificultad.

La dificultad para concebir cuando se desea tener hijos confronta la fuerza por hacer realidad el proyecto parental y el temor a pensar una vida sin hijos, generando vivencias muy intensas que varían entre cada persona y que van desde la mayor irritación y furia por no concebir hasta la pena más profunda por el embarazo que aún no ha llegado.

El tratamiento médico, una tempestad emocional

Las técnicas de reproducción asistida (TRA) són una gran alternativa para poder concebir; pero, sabemos que las mujeres junto con sus parejas cuando entran en los programas de fertilidad, experimentan intensas emociones que recorren toda la gama de sentimientos desde la ilusión por el embarazo hasta el temor de que este deseo no se haga realidad. 

El estado emocional de las mujeres durante la etapa de búsqueda de hijos y de gestación es de mayor vulnerabilidad emocional que en otras etapas de la vida y la procreación con soporte médico todavía añade mayor esfuerzo emocional. En muchas ocasiones, esta emocionalidad todavía hace más difícil tolerar las inquietudes de la espera de resultados que conlleva el tratamiento médico en cada ciclo hasta llegar al embarazo.

Todas estas vivencias son reacciones que forman parte del proceso que lleva a la maternidad con ayuda médica y es absolutamente comprensible que tengan lugar en la mayoría de las mujeres. Sin embargo, en muchas ocasiones, cuando la vida emocional se desborda, las mujeres, por temor a no ser comprendidas o por pensar que las inquietudes despertadas por el acceso a la maternidad serán minimizadas por ser menos importantes que los otros aspectos de la vida cotidiana, buscando la calma, se refugian en el silencio y no comparten sus sentimientos.

En estas circunstancias, lo deseable sería que las mujeres recibieran contención y soporte emocional, pero, el entorno inmediato no siempre devuelve una actitud de comprensión y apoyo adecuado, ya sea en el ámbito familiar, social o laboral. En ocasiones, incluso se llegan a generar episodios de conflicto en la pareja que se pueden acentuar cuando el cuerpo de la mujer entra en juego para dar comienzo a los tratamientos de fertilidad.

¿Qué puede favorecer el camino a la maternidad?

La sociedad crea estereotipos que tienen mucha fuerza y hacen creer que són verdad algunas ideas que no tienen ninguna base que las justifique, como por ejemplo que sólo hay una manera para llegar a ser madre. Estas afirmaciones sólo son creencias que no tienen que ver con la realidad de cada mujer, pero a menudo, cuando las cosas no se dan como dictan las normas sociales, las mujeres sufren porque no se sienten dentro de la normativa social.

A veces se tiene la idea de que si el embarazo no se produce es porque una no lo hace suficientemente bien y eso genera culpa y una baja autoestima; a veces, se puede pensar que hemos demorado la decisión y culpabilizarnos por no haber planificado según los tiempos establecidos. Sin embargo, la realidad es que hay tantas maneras de llegar a la maternidad como mujeres y no hay un camino que se pueda decir que es más adecuado que otro.

Cada mujer encuentra su propia manera de gestionar la llegada a la maternidad y este camino es único y singular para cada caso, teniendo claro que todas estas maneras, aunque sean distintas, serán adecuadas si permiten realizar una buena adaptación a cada situación particular.

¿Cómo se puede dar salida a las preocupaciones cuando sólo quisiéramos hablar del deseo de tener un bebé?

Admitir que los hijos no siempre llegan cuando queremos sino cuando estamos emocionalmente disponibles para recibirlos. Es el trabajo más difícil de todos pero es el que proporciona mayor satisfacción y revierte en favor de la crianza.

  1. Deshacerse de los estereotipos y dar valor al camino particular realizado para llegar a la maternidad.
  2. Gestionar las emociones negativas generadas por el dolor de la frustración por la falta de fecundidad. 
  3. Aceptar como natural la inquietud generada por las cosas nuevas de la vida como el embarazo.
  4. Aflojar la presión de querer hacer nacer el bebé en el momento que se desea y gestionar la ansiedad ante la espera del embarazo y el nacimiento.
  5. Comunicar las emociones, reconociendo el valor que tienen, sin temor ni vergüenza porque todas tienen su razón de ser.

Intentar hacerte entender no dando nunca por hecho que los demás pueden comprender nuestros estados de ánimo como si nos pudieran leer la mente.

¿Cómo regular la intensidad de las emociones durante el proceso sin congelar la vida emocional? ¿Cómo potenciar estrategias de afrontamiento para  gestionar el malestar y el sufrimiento?

Mantener la confianza y la ilusión por el embarazo ayudadas por el establecimiento de hábitos saludables de vida durante todo el proceso de fertilización.
a) Aceptación de la situación.

b) Determinar pequeños objetivos a corto plazo.

c) Tener rutinas diarias (pueden incluir relajación y/o meditación).

d) No admitir el “no puedo más” en los propósitos vitales que van más      allá de la procreación.

e) Mentalizar la idea de algo nuevo para realizar próximamente.

f) Tener flexibilidad mental para poder cambiar las opiniones sobre las cosas que nos rodean..
La salud emocional de la madre, la pareja parental y la familia extensa es un factor primordial para la acogida y crianza del bebé.

Artículo revisado por Carlos Dosouto

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