Menopausia y enfermedades crónicas: ¿qué papel juega la nutrición y el ejercicio físico en su prevención?
La menopausia es un cambio muy importante en la salud de la mujer, muchas mujeres vivirán más años en esta etapa que en la reproductiva. Y eso afecta a la mayoría de órganos de nuestro cuerpo, no solo al sistema reproductor, sino también al neurológico, al cardiovascular y al óseo. La menopausia ya no es un problema que se deba abordar únicamente desde la ginecología, sino que requiere un enfoque mutlidisciplinar, si tenemos en cuenta que se relaciona con un aumento de riesgo de diferentes enfermedades crónicas. ¿Cómo pueden ayudarnos el ejercicio físico y la alimentación a prevenirlas? Nos lo cuenta nuestra especialista en Ginecología y Obstetricia y en Medicina Funcional, Elisa LLurba, Profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y Directora Médica de BeDona.
Más esperanza de vida, más años en la menopausia
La menopausia se debe a una disminución muy importante de la producción de hormonas sexuales por parte de los ovarios (estrógenos y progestágenos) y el cese de la ovulación. Aunque es considerada una etapa fisiológica o normal en la salud de las mujeres, eso no quiere decir que no tenga un impacto en la salud. Este impacto, cuando la esperanza de vida era de 60 o 70 años, era relativamente poco importante. Pero en el siglo XXI, el escenario es totalmente diferente: no solo vivimos más años, sino que seguimos queriendo vivir bien.
Las mujeres acceden a la maternidad a los 32 años de media. Muchas de ellas todavía tienen hijos en edad escolar o en la guardería cuando llegan a la menopausia. Nos sentimos bien, fuertes y jóvenes. Los 50 de ahora son los 40 de hace años. Pero los 60 también serán los nuevos 50, y queremos estar bien, seguir encontrándonos guapas y fuertes, con ganas de nuevos proyectos, de vestir a la última, capaces y con ganas de bailar y de tener relaciones hasta los 100, si es posible. Sin embargo, la menopausia no nos ayuda y ahora os explico por qué.
Impacto de la menopausia en la salud
El impacto de la menopausia no es tan solo a nivel del aparato reproductor, sino que los receptores de estrógenos y progesterona están en la mayoría de órganos de nuestro cuerpo, incluidos cerebro, corazón y huesos.
La menopausia ya no es tan solo un problema que se aborda únicamente des de la ginecología, sino que requiere un enfoque mutlidisciplinar, si tenemos en cuenta que se relaciona con un aumento de riesgo de diferentes enfermedades crónicas. Esto es especialmente importante en caso de la menopausia precoz (aquella que aparece antes de los 40 años). Pero también es cierto para las mujeres que la presentan en la edad habitual. Las consecuencias se vivirán de forma distinta en una etapa más avanzada de la vida, pero ya hemos hablado de las necesidades de una mujer a los 50 años y las expectativas de vida, así que, en cierta forma, la disminución de las hormonas nos pilla a todas relativamente jóvenes (a nivel de nuestra etapa vital).
1 Salud cardiovascular y menopausia
La disminución de las hormonas sexuales en la menopausia condiciona, por ejemplo, como reacciona nuestro endotelio (la pared interna de los vasos sanguíneos), clave para regular la tensión arterial. La mayoría de mujeres aumentan su tensión arterial en la menopausia y sus vasos sanguíneos presentan una situación pro-inflamatoria que condiciona un aumento de riesgo de enfermedad cardiovascular.
Contrariamente a lo que se pensaba, las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas tienen un riesgo alto de desarrollar enfermedad coronaria y, por tanto, de tener un infarto. Los estrógenos son potentes cardioprotectores, protección que se pierde durante la menopausia. Además, si existen otros condicionantes pro-inflamatorios, como una dieta inadecuada, una alteración en nuestro sistema digestivo, una reacción exagerada de nuestro sistema inmune… , es falta de protección se potencia aún más.
¿Os habéis fijado como cambia el cuerpo de una mujer después de los 50? La forma se masculiniza: acumulamos grasa en la barriga y nuestro cuerpo se parece cada vez más al de nuestros compañeros. Pues bien, el acúmulo de grasa a estos niveles esta directa y claramente relacionada con un aumento de la mortalidad por causa cardiovascular.
¿La buena noticia? Se sabe que las mujeres que siguen un adecuado estilo de vida con una dieta mediterránea, la suplementación con fitoestrógenos o que toman estrógenos naturales y hacen ejercicio regularmente siguen en cierta forma protegiendo su sistema cardiovascular. Por eso hemos preparado un programa especialmente para esta etapa.
2 Salud ósea y menopausia
La salud ósea viene determinada por varios factores, como la salud intestinal, la función renal o la regulación del azúcar y, también, por la disminución de estrógenos relacionados con la menopausia. En la formación, mantenimiento y remodelación ósea participan una serie de hormonas interelacionadas entre ellas:
– La Hormona paratiroidea. Es una hormona reguladora de calcio en sangre y que estimula la reabsorción ósea y la formación del hueso.
– La 1,25–dihidroxivitamina D o calcitriol (la vitamina D hormona circulante). Es otra hormona reguladora del calcio y se produce a través de la vitamina D y se requiere para la absorción de calcio.
– La calcitonina. Es la otra reguladora de los niveles de calcio y tiene como misión evitar los niveles altos de calcio.
– Los estrógenos. Son reguladores de la remodelación ósea en mujeres y en hombres.
– Las hormonas tiroideas. Influyen en el mantenimiento óseo
– El cortisol. Inhibe el crecimiento óseo. Por eso, las persona que toman corticoides de forma mantenida tienen mucho riesgo de osteoporosis.
– La insulina. Regula tanto la formación como la reabsorción ósea.
¿La buena noticia? Estudios recientes indican que la dieta mediterránea, un ejercicio de resistencia para aumentar masa muscular y una mejora de los niveles de estrés contribuyen a una buena salud ósea. Algunos suplementos como calcio, vitamina D, dieta rica en soja, ácidos grasos omega 3 y probióticos son también recomendables para proteger nuestros huesos.
3 Cerebro y menopausia
El cerebro reacciona a las hormonas sexuales femeninas. Estudios científicos han comprobado como cambia el cerebro con las fluctuaciones hormonales y en la menopausia. Los niveles de estrógenos interactúan con neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, el GABA o el glutamato.
La prevalencia de depresión es el doble en mujeres que en hombres. En España, se sitúa en el 7,1% en las mujeres y el 3,5% en hombres. Las mujeres con menopausia, precoz o no, presentan más riesgo de presentar síntomas depresivos y cambios de humor y son diagnosticadas con mas frecuencia depresión que las mujeres sin menopausia.
El impacto de la menopausia en las enfermedades neurodegenerativas, especialmente los cambios en las hormonas sexuales, se han descrito en modelos experimentales, animales y en humanos. Estas hormonas disminuyen en sangre y, también en cerebro, durante la menopausia. Los estrógenos regulan varios procesos relacionados con las emociones y los procesos cognitivos. También se sabe que los estrógenos, al igual que cardioprotectores, son neuroprotectores, incluyendo respuesta inmune, neurogénesis, función celular y respuesta a los tóxicos.
Estudios científicos han demostrado como en la menopausia las mujeres describen una disminución de su capacidad de concentración y memoria. Las mujeres con menopausia precoz tienen mas riesgo de demencia. A pesar de la relación de los niveles de estrógenos con cambios a nivel cerebral, no se ha demostrado que la terapia hormonal prevenga el desarrollo de demencia. Parece que los estudios que existen son hechos con diferentes tratamientos, en diferentes etapas de la vida y con importantes aspectos que también pueden ser decisivos como el nivel socio-cultural y otros condicionantes.
La evidencia científica más importante que existe es en relación a cambios en el estilo de vida que promuevan la salud cognitiva como la dieta mediterránea, el ejercicio regular, la supresión de hábitos tóxicos como el tabaco o el alcohol. También la gestión de las emociones, la presencia de vida social y de nuevos proyectos, así como la práctica de actividades que permitan una reducción del estrés nos pueden ayudar a cuidar de nuestras neuronas.