Demencia

Relación entre demencia y estilo de vida

Un estilo de vida activo donde el ejercicio y la vida social estén presentes tiene un efecto protector contra todos los tipos de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. Elisa Llurba, Profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y Directora Médica de BeDona, nos habla en este artículo sobre este y otros estudios que relacionan el estilo de vida sobre todo de las mujeres con la aparición de enfermedades como la demencia o el Alzheimer.

Una de cada 20 personas acabará desarrollando una demencia, y esta afecta sobre todo a las mujeres. La demencia es la causa principal de incapacidad y pérdida de calidad de vida y es una de las condiciones de salud más temidas después del cáncer, ya que la mayoría no tienen, por el momento, curación. Específicamente para la Enfermedad de Alzhei­mer, afecta al 5,1% de la población, más frecuente en mujeres (7,1% frente a 3,3%), y un incremento exponencial con la edad (0,97% para 65-74 años, 7,7% para 75-84 años y 22,5% para ≥ 85 años).

Uno de los principales problemas que nos encontramos es que no podemos diagnosticar de forma precoz qué personas van a desarrollar demencia. Esto provoca que cuando llega el diagnóstico el paciente está en un punto de difícil retorno y empiezan unos años de pérdida de la autonomía para la persona y su familia, con pérdida de calidad de vida y un gran dispendio económico.

La buena noticia es que podemos tomar medidas fáciles para prevenirla, ya que todas bebemos situarnos en una potencial condición de riesgo, especialmente por el hecho de ser mujeres.

Ejercicio físico, nuevos retos o aprendizajes y vida social: los pilares de nuestro cerebro

Un estudio muy reciente confirma que un estilo de vida activo donde el ejercicio y la vida social estén presentes tiene un efecto protector contra todos los tipos de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. En este estudio se siguieron 500.000 personas con una media de edad de 56 años al inicio del estudio y durante casi 11 años comprobó como las personas que practicaban un deporte tenían un 35% menos riesgo de desarrollar una demencia y las personas que realizaban tareas domesticas tenían un 21% menos riesgo. No solo la práctica de una actividad física tuvo este efecto protector, también el hecho de tener una vida social activa se relacionó con un 15% menos de riesgo. El efecto fue dosis dependiente es decir a más actividad física mayor protección.

Muy interesante es que los autores del estudio evidenciaron que el beneficio se obtenía tanto en personas con historia familiar o con susceptibilidad genética a padecer demencia, sugiriendo que el efecto epigenético es potente e independiente del riesgo “a priori”, es decir, tenemos en nuestras manos la posibilidad de modificar nuestro “destino”.

Un estudio similar realizado con la suma de varios estudios que analizaron el efecto de la actividad física y las actividades sociales confirman también este efecto protector.

Por otro lado, otros factores de riesgo que se asocian al desarrollo de demencia son el hábito tabáquico o alcohol, bajo nivel sociocultural, obesidad, depresión, diabetes e hipertensión. Con el ejercicio estaremos también evitando o mejorando algunas de estas condiciones de salud.

El eje intestino-cerebro: cómo puede ayudar nuestra dieta a la salud de nuestras neuronas

En los últimos años ha aumentado la evidencia científica acerca de la relación entre el cerebro y nuestro sistema digestivo, a pesar de que esta relación puede parecer, a priori poco intuitiva ya que un órgano está “lejos” del otro. Hoy en día se sabe que en el intestino se encuentra buena parte de las células que secretan neurotransmisores como la serotonina, de hecho el 70% de la serotonina se secreta en el intestino. Además, la comunicación cerebro-intestino es bidireccional con diversas vías de comunicación tanto a nivel hormonal como neuronal como inmune. Esto lo notamos en algunos hechos de nuestra vida cotidiana, cuando estamos nerviosos nos duele la barriga o tenemos ganas de ir al baño, cuando vemos la persona que nos gusta sentimos “mariposas” en el estómago o cuando estamos tristes dejamos de tener hambre, por poner algunos ejemplos.

Más allá de estos efectos, las personas que presentan enfermedad intestinal inflamatoria crónica tienen 4 veces más riesgo y desarrollan demencia años antes que las personas sin tal enfermedad (76,2 años respecto a 83,5 años al diagnóstico) y esta relación es inversamente proporcional a los años con esta condición. Otro estudio del 2022 que evaluó toda la evidencia sobre este tema disponible hasta la fecha con datos de 2,3 millones de personas confirmó que las personas con enfermedad Inflamatoria intestinal tienen mayor riesgo (23% más riesgo) de demencia independientemente de la edad, género, tipo de demencia o de enfermedad Intestinal.

El mecanismo exacto que explica esta relación todavía no está claro aunque la hipótesis que tiene más fuerza es que la enfermedad Inflamatoria intestinal da lugar a un aumento de la inflamación, alteración de la microbiota y alteración de la barrera hemato-encefálica.

Dada dicha evidencia, y aún cuando no tengamos síntomas claros de enfermedad Inflamatoria intestinal, cuidar nuestra microbiota y nuestra dieta es clave en evitar enfermedades cognitivas. Así como potenciar cambios de estilo de vida hacia ejercicio regular, evitar comida procesada, azúcar, aumentar consumo de fruta, verdura y alimentos fermentados, así como evitar estrés y gestionar las emociones es muy recomendable.

Si quieres saber más acerca de la relación nutrición-ejercicio-salud te recomendamos nuestro programa de menopausia consciente donde daremos las pautas hacia una dieta anti-inflamatoria, una pauta de ejercicio con aumento de masa muscular y herramientas para la gestión del estrés como el mindfulness.

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