El yodo, ¿Qué es y por qué es importante en el embarazo?

Una ingesta adecuada de yodo durante el embarazo es imprescindible para el correcto funcionamiento de la tiroides de la madre, la formación de hormonas tiroideas y también para el desarrollo del feto, ya que tiene un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo de todos los órganos, especialmente del cerebro.

Las hormonas tiroideas, las cuales están compuestas por yodo, son muy importantes en el desarrollo del sistema nervioso central de tu bebé. Durante el primer trimestre del embarazo, el feto no es capaz de producir hormonas tiroideas, por tanto, depende totalmente de la tiroides de la madre y es por esto que tu cuerpo consume más yodo y tus requerimientos aumentan.

Una persona adulta necesita 150 microgramos de yodo al día, mientras que una mujer embarazada necesita 200 microgramos/día. Este aporte extra deberá iniciarse (de ser posible) antes del embarazo y mantenerse hasta el final de la lactancia.

Y quizás te preguntas… ¿Qué riesgos puedo tener si tengo
un déficit de yodo?

Si tienes un déficit de este mineral, sobre todo durante los primeros tres meses de gestación:

  • Puedes tener un mayor riesgo de alteraciones en la formación del sistema nervioso de tu bebé. Lo cual puede provocar una disminución del coeficiente intelectual o que el niño presente hiperactividad.
  • O también el déficit se ha relacionado con partos prematuros o bajo peso al nacer.

Aunque los riesgos sean mayores en los primeros meses, no te olvides del yodo durante el resto de la gestación y la lactancia.

¿Qué alimentos aportan yodo?

Si quieres asegurarte de tener unos niveles adecuados de yodo, la clave está en la dieta. Y en segundo lugar, si la dieta no es suficiente y lo considera necesario el médico, puede que sea necesario el uso de suplementos. Nosotras te recomendamos que no pases directamente a la suplementación sin antes probar las siguientes recomendaciones basadas en la ingesta de alimentos fuente de yodo:

  • La sal yodada, una aliada más para tu dieta. Es sal de cocina con yodo agregado y es la principal fuente alimenticia de este elemento. Te recomendamos que, de ahora en adelante, si no lo haces, condimentes todas tus comidas con sal yodada.
  • Consume mariscos y pescado de mar, como el bacalao, la lubina, el abadejo y la perca. Todo lo que viene del mar es una gran fuente de yodo de forma natural. En cambio, el pescado de piscifactoría tiene unos niveles menores.
  • Otro alimento fuente de este mineral, son las algas. Añade un puñado de algas como el wakame o el kelp a tus ensaladas o también si te gusta mucho puedes comerlas como guarnición.
  • Los productos lácteos también contienen yodo, debido a la utilización de piensos enriquecidos con yodo en la alimentación de los animales. Sin embargo, su contenido varía mucho entre productos.
  • Los alimentos de origen vegetal que crecen en suelos ricos en yodo también son buenas fuentes. El ajo, cebolla, berro, espinaca, col, zanahoria, puerro, nabo, tomate, judía verde, espárrago… son ejemplos de alimentos donde puedes encontrarlo, Pero no te olvides que su contenido puede variar mucho según la región que se ha plantado.

Por lo general, el contenido en yodo de los alimentos es escaso, tanto los lácteos como los vegetales mencionados anteriormente, no se pueden considerar una fuente fiable de yodo. Por tanto, NO es suficiente aumentar únicamente el consumo de estos para cubrir ese aporte extra de yodo. Es necesario consumir alimentos enriquecidos, sal yodada o alimentos marinos ricos en yodo de forma natural.

A tener en cuenta a la hora de cocinar:

No solo debes asegurarte de consumir alimentos ricos en este mineral, ¡tienes que evitar perderlo al cocinar!

Dependiendo de la técnica culinaria que utilices, puedes perder más o menos yodo de tu dieta. Por ejemplo, al freír se puede perder un 20%, al asar un 23%, y al hervir un 58%. Por tanto, te recomendamos que en la medida de lo posible cocines con poco o nada de sal y añádela al servir la comida. Y recuerda que sea siempre sal yodada.

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